En medio de la tristeza, la desesperanza y sin saber que hacer, Dios me responde a través de ustedes que me ayudan a poner mi negocio y me sorprende una vez más con su gracia.
Por Marusia Calixto – Sepec
Pamplona Alta, es una zona emergente ubicada en las laderas de los cerros en San Juan de Miraflores un distrito al sur de Lima; inundada por casas en las zonas más altas y cubiertas por una manta de neblina que hace notable la humedad de la zona.
En este lugar se encuentran muchas historias de personas en situaciones de vulnerabilidad por causa de la migración y la pobreza; pero también son personas con mucha fuerza por mejorar sus vidas, aquellas fuerzas que las empujaron a construir sus casas aun en zonas consideradas de alto riesgo por las características del suelo. Sus construcciones precarias e improvisadas sin ningún sustento técnico, son solo sostenidas por la necesidad de tener un lugar para vivir.
María Puchuri Quispe, una madre guerrera de 42 años, nos devela en sus palabras una admirable fortaleza interior; ella nació en Lima en medio de la pobreza y solo pudo estudiar la educación primaria. Ella, como muchas mujeres de la zona, al ser una de las hijas mayores de una familia pobre, numerosa y migrante, tuvo que trabajar, como trabajadora del hogar desde los 13 años para que sus hermanos pudieran alimentarse.
Desde esta actividad, enfrentó a situaciones de explotación y maltrato. Todos los días trabajaba desde muy temprano, sin descanso; se sentía tan sola, pero desde esa soledad ella encontró la fuerza en Dios, quien sentía que la protegía siempre y alimentaban la fe y esperanza que le permitían vivir.
María, en medio de sus carencias, se enamoró y a los 16 años, sin orientación, tuvo a su primer hijo. Con un padre severo y machista que al enterarse de la noticia la expulsó de su casa; al poco tiempo tuvo que lidiar con los problemas de alcohol y las drogas de su pareja y a pesar de todos los intentos fallidos por rehabilitarlo, luego de algunos años, se separó de él.
Luego de un tiempo conoció a su actual esposo, nació de nuevo la esperanza de una vida mejor; con el tiempo descubre que su actual pareja también estaba esclavizada por las drogas y el alcohol, nuevamente siente que la historia se repite, entonces surgen muchas pregunta y cuestionamientos; ¿Por qué muchas mujeres atrapadas a una historia la repiten una y otra vez guiones similares?
En medio de esta relación complicada con su actual pareja, tuvieron gemelos, pero uno de los bebés adquirió un virus intrahospitalario. Esta situación toco espiritualmente a su esposo, llevándolo a conectarse con Dios profundamente. Fueron días interminables de oración por la salud de su bebé que finalmente alcanzó la misericordia del Señor, quien respondió a sus oraciones y desde ese momento la vida de María cambió favorablemente; por su parte, su esposo hizo un cambio radical y se convirtió en un buen padre y esposo, ambos se unieron a una iglesia cristiana y llevaron una vida envestida del amor a Dios con tres hijos, superando las vicisitudes de la vida diaria.
La pandemia golpeó duramente a su familia, poniendo a prueba su fe; la falta de empleo toco sus puertas y el hambre apremiaba. Iniciaron una pequeña tienda para sobrevivir, pero la COVID 19 toco sus vidas, y María se infectó en las tres olas, pero su primera experiencia fue la peor, sintió que la vida se le iba en cada respiración y pensó que moriría. Fue la oración y la fe le permitió sobrevivir ante tanta adversidad. En este tiempo ella cuenta que el comedor fue de gran apoyo para ella y su familia, pues le dejaban la comida diaria en la puerta y sentía la mano de Dios en esa ayuda.
El comedor “Virgen María”, nos comenta les ha dado la oportunidad a muchas familias de sobrevivir durante la pandemia frente a una realidad en que la mayoría de las personas tenían trabajos informales y sin ningún tipo de seguro, viviendo apenas con lo recaudado diariamente.
María agradece a SEPEC y ELCA muy emocionada por el apoyo al comedor con la implementación del menaje y la cocina, y con las capacitaciones en bioseguridad, nutrición y sobre todo por el apoyo y contención psicoespiritual, que le da las fuerzas necesarias para seguir adelante. En medio de esas condiciones María, recibe apoyo para un emprendimiento económico propio que le ha cambiado la vida:
“Me cambió la vida. En medio de la tristeza, la desesperanza y sin saber qué hacer, Dios me responde a través de ustedes que me ayudan a poner mi negocio y me sorprende una vez más con su gracia”.
María inicia el negocio de venta de picarones (pancillos dulces típicos de Perú, en forma de circulo bañados en miel de chancaca y otras frutas, parecido en forma a las donas) en un carrito rodante que el proyecto impulsado por Sepec pudo financiar.
Ahora vuelve a sonreír pues vende entre 50 y 70 platos diarios; sus hijos y esposo le ayudan, es un negocio familiar donde la familia está involucrada “ahora tengo mis ingresos y contribuyo en mi hogar, tengo muchos planes de crecer y seguir adelante con más carritos. ¡Sé que puedo!”
Finalmente comenta “Agradezco a todas las personas y a Dios que me permiten seguir con vida y sobre todo a seguir creciendo y poder ahora ayudar a otras mujeres, estoy fuerte y deseo que todas sean felices”.