María Escalante Guevara, de 75 años, es una mujer de gran fortaleza y liderazgo que ha dedicado más de dos décadas a mejorar la calidad de vida de su comunidad en San Antonio, Chiclayo. Desde hace 23 años, lidera el comedor popular “San Antonio de Padua”, un espacio fundamental para muchas familias en situación de vulnerabilidad. Su vida no ha sido fácil; creció en un hogar marcado por la violencia y el abandono, lo que la llevó a formar una familia a temprana edad. Sin embargo, la historia se repitió, y sufrió nuevamente un entorno de maltrato.
A pesar de las adversidades, María decidió cambiar su destino y luchar por un futuro mejor para ella y sus hijos. Trabajó arduamente en una fábrica para sacar adelante a su familia y, con el tiempo, conoció una nueva pareja con quien descubrió un amor sano y respetuoso. Con esta nueva fuerza, se animó a aprender a leer y escribir. Inspirada por su propia historia, tomó la iniciativa de crear el comedor popular, un espacio que no solo brinda alimento, sino que también representa un refugio y un apoyo para muchas mujeres.
Su liderazgo ha sido tan significativo que, cada vez que expresa su deseo de dejar el cargo, la comunidad le pide que continúe, reconociendo su compromiso y el impacto positivo de su labor. Además de proporcionar alimentos, acompaña y guía a las mujeres del pueblo, compartiendo con ellas su experiencia, enseñándoles a enfrentar la vida con valentía y motivándolas a valorar su propio esfuerzo.
Para ella, el apoyo de SEPEC y ELCA ha sido clave para mejorar la infraestructura del comedor y ofrecer talleres de aprendizaje que han beneficiado a muchas personas. Con gratitud y fe, María cree que toda ayuda es una respuesta divina y transmite ese sentimiento a su comunidad. Su misión no solo es alimentar cuerpos, sino también fortalecer la fe y la esperanza de quienes la rodean. Con su ejemplo de resiliencia y amor, sigue demostrando que, a pesar de los desafíos, siempre es posible salir adelante con determinación y solidaridad.